•BIOGRAFIA ESENCIAL

Nací hace mucho en Córdoba.
Empecé a estudiar dibujo a los ocho. Soy arquitecto y fui reconocido durante un tiempo como humorista gráfico de cierto renombre. Se me acabó el humor en los 80, cuando las revistas cerraron y los milicos se endurecieron. Sofocado el gracioso, logré que sobreviviera el dibujante, disimulado tras el diseñador gráfico y el hacedor de libros. Tal abstinencia fue paradójica, mató al chistoso pero fortaleció al mirante.
Desde hace años llevo mis ojos a engordar a los feedlots de Roma; Nueva York; Milán; Madrid y Berlín. Los pastoreo a conciencia en el museo del Prado y el Kupferstickabinet. También los ejercitó en el Cuzco, en Londres, Mendoza, Córdoba y Santa Fe, y puedo dar fe de la verdad del refrán: “quién bien mastica lo que ve, algo termina aprendiendo”.
No voy a misa, pero soy de comunión diaria en el museo.
Para opinar sobre el dibujo, tras seis años de cavar en lo duro, logré desenterrar la obra del ilustrador Alejandro Sirio y después no pude parar; ni de escribir, mi nueva vocación, ni de dibujar, mi antiguo oficio.
Doy la razón a Paúl Valery y a Goya. Al primero cuando afirma “Los mejores ejercicios para la inteligencia son tres: hacer versos, cultivar las matemáticas o dibujar”; y al otro cuando, sobre uno de sus últimos dibujos, donde representa a un viejo con tunica y larga barba apoyado en dos bastones, escribe: “aun aprendo”. Tales afirmaciones no prueban que todos los dibujantes seamos inteligentes, ni que todos los viejos queramos aprender, pero marcan caminos para dar sentido a la vida. Si además hay algo de pan, queso, vino y aceitunas, y quien los comparta contigo ¿que más te hace falta?
Vieron que parecido es Mr Natural al Viejo de Goya, asi lo hubiese dibujado Goya de trabajar en Nueva York